jueves, 30 de octubre de 2014

Crónica 5

El Albergue, viernes 24 octubre.

El tiempo parado y la sensación de haber vivido o estar por vivir. Al final de la conversación, digo, Lloverá un día de estos y todo estará bien y todo parecerá como recién creado o recién sacado del otro lado del espejo. La noche cerrada y la lluvia por caer. Las chicas que, en las calles, parecen levitar sobre la adolescencia. Lo extraño del sueño, y que todo siga así, en un estado de certidumbre improvisada. Tus manos que someten las palabras al movimiento de la elipse. La última canción y el tarareo inconsciente camino del coche. La noche cerrada y tus palabras que susurran enigmáticas, Mañana habré terminado de contar todas las estrellas. Tus ojos recién creados y lo extraño del sueño: bailábamos al son de la música y aún estaba por amanecer.

jdlc, 30 octubre 2014.

domingo, 26 de octubre de 2014

Crónica 4

jdlc
La definición de tristeza. El cambio de hora. El atardecer idéntico al de otras tardes y, sin embargo, diferente. La simetría de tus labios. Las dudas de tus ojos. Quiero vivir siempre en el horario de verano, digo. Las dudas de tus ojos. Digo, más fuerte ahora, ¡Quiero vivir siempre en el horario de verano! La manecilla del reloj. La noche idéntica, pero diferente, a otras noches.
jdlc, 26 octubre 2014 

jueves, 23 de octubre de 2014

Crónica 3 (¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!)


El nuevo disco de Marianne. La voz trágica o anterior al tiempo que resuena en la cabeza. El violín del concierto de Mendelssohnn y la definición de tristeza. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! Los cuarenta y tres estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa. Desaparecidos, evaporados, casi muertos. Vivos los queremos porque vivos se los llevaron. Vivos los queremos porque aún no han vivido, porque aún no han respirado la vida que, según Mario Santiago Papasquiaro, debería ser sin timón y en el delirio. Imposible ya ser timoneados. Imposible ya experimentar el delirio. Las calles de México que recorrió muchas veces Mario Santiago y ya ellos, quizás, nunca recorran. Cuarenta y tres estudiantes desparecidos el 26 de septiembre del año 2014. Cuarenta y tres vidas que tiemblan. La voz trágica o anterior al tiempo que resuena en la cabeza. La definición de tristeza.

 jdlc, 23 octubre 2014.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Crónica 2

El nuevo disco de Marianne. Cantas give my love to London y se iluminan tus ojos un instante. Dices, La voz parece trágica. Dices, La voz parece anterior al tiempo. Cantas, otra vez, give my love to London y tus ojos, otra vez, se iluminan un instante. El violín también parece trágico y, sin embargo, no es el tiempo lo que llegará después de la música, digo. Entonces llegará la noche. Entonces llegará el final del concierto y será imposible recordar el principio. Dices, la muerte del señor Doc y la soledad del perrito Sprocket son la definición de tristeza. ¿Acaso no seguirá Sprocket vigilando los movimientos de esos seres extraños?

jdlc, 22 octubre 2014

martes, 21 de octubre de 2014

Crónica (dadaísta) 1

Murcia (tardes atrás)
El nuevo disco de Marianne. Escuchar en la radio el concierto para violín de Mendelssonh. Los atardeceres rojos y el inminente cambio de hora. El mismo pensamiento de siempre: cuando acaba el concierto apenas recuerdo el principio. Pensar en Marianne. Pensar en el tiempo. Pensar en la nueva definición de arte. Digo, Ya no se escriben sonetos igual que nadie pinta otra vez Las Meninas igual que nadie compone sinfonías. En el fondo, es lo mismo. Primera frase de la primera página de los diarios de Kafka: algo como (recuerdo) los espectadores se ponen rígidos cuando pasa el tren. ¿Será acaso la definición de tristeza lo que el violín insinuaba al principio que yo ya he olvidado?

jdlc, 21 octubre 2014. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Mardou II


Mardou II

Los pájaros tristes
                              emiten mensajes de auxilio.
Es el fin del mundo conocido. Gustavo Adolfo
busca sus golondrinas que ya no vuelven
porque están tristes. Y no quieren,
                                            ni pueden volver tristes.

Ya no miro por la ventana porque no quiero ver
al hombre que levanta los males del mundo.
No quiero ser cómplice del asesino de sangre fría
que finge el canto de los cisnes que están tristes.
Y el vagabundo sigue comiendo las migas de pan
y no sabremos deshacer el camino emprendido.

Vayamos al cine esta noche para ver si levantamos
este ánimo cansino, este aletargamiento infantil
que nos deja drogados en un sueño raro, siniestro,
soñando que los pájaros están tristes.

Y después me hablas, me cuentas las fatalidades
y trazas los finales, porque los pájaros 
ya no estarán tristes.

jdlc (Visiones contemporáneas, septiembre 2007)

Nota: 
Y un poco después ella le dice, “Nada Austin, me pasa solamente que cuando miro por la ventana hasta los pájaros me parecen tristes”. Mirar por la ventana. Los pájaros tristes. Mirar por la ventana los pájaros que están o parecen tristes. Las ventanas cerradas. La mirada perdida en pájaros que revolotean sobre los días grises. Y volver al cine. Y escuchar las palabras. Y prometer algo. Las palabras que no volviste a decir porque sería fingir que imaginabas el pasado. “Los pájaros tristes se miran en la ventana y solamente quedas tú al otro lado del espejo”. Lo digo yo, entonces, ahora, en el sueño. (jdlc, octubre 2014)
 

domingo, 5 de octubre de 2014

Mardou I


Mardou I

Y por qué no ir al cine, después de tantos años,
por qué no recurrir otra vez a los gestos mudos,
improvisar
                   caminos cogidos de las manos,
sin necesidad de lanzar migas de pan para la vuelta,
como dos amantes primerizos,
                                                como dos seres
extraños en un recorrido nostálgico. Y por qué no
compartir cigarros nocturnos bajo las estrellas
mientras enumeras tus innumerables compromisos
y tus sueños
                       neuróticos de estrella del cine o el Jazz.
No recuerdo.

Y después hablar bajo los diálogos acariciando
las frases de las películas francesas, muriendo
un poco a cada escena abandonada como mueren
los niños de la guerra, tristes y solitarios, aunque
nos seas Autrey ni yo Humphrey pero las luces cómplices
ayudando en los últimos segundos de esta aventura
improbable y tétrica y vagamente posible.

                Y por qué no ir al cine para ver una última
película de sueños compartidos. A pesar de las palabras
y la sensación trágica de fin del mundo.

jdlc (Visiones contemporáneas, septiembre 2007)

Nota:
Habíamos intentando leer Los Subterráneos de Kerouac, y siempre terminábamos por abandonar. En al menos dos ocasiones la lectura quedó interrumpida sin un motivo aparente. Hasta que finalmente leímos el libro de un tirón, en un estado febril de fin del mundo o de primer beso en la infancia. Una de las veces dejamos el libro cuando ella le dice, “Querido, tengo que decirte algo, y si te lo digo prométeme que igual vendrás conmigo al cine...” Ella se llamaba Mardou, pero nosotros jugábamos a imaginar que era otra persona, que podría ser yo o que podrías ser tú, o quizás nadie entre nosotros. Y tú seguiste un tiempo en ese estado febril de fin del mundo o de primer beso en la infancia. Y yo te prometí un tiempo que igual volveríamos al cine, pero que sería el cine, en todo caso, quien volvería a nosotros.(jdlc, octubre 2014)