Y al volver a casa, la imagen de un cuadro que nunca terminamos de colgar y la duda de ser otra vez un hombre del espacio.
-D'yer wanna be a spaceman- Noel dice.
Me dijiste que podía quedarme a dormir si a cambio te contaba con exactitud todos los lunares de tu cuerpo y empezaba a escribir poemas cursis donde la figura de la amante incomprendida fueras tú y donde yo adoptara una posición de atormentado que nunca terminaba por alcanzar el imposible del amor. Aunque también me dijiste otras cosas parecidas o distintas, que he olvidado, cosas como que el amor eran los otros y que cada instante, cada momento, tiene un recíproco que se guarda en algún lugar, la pupila por ejemplo.
Besarte, ya sabes, solo ocurrió una vez y fue lo mejor que pudo ocurrir en aquellos días del principio de la primavera. El viento trajo papeles arremolinados y la televisión anunció la inminente llegada de la canción del verano. Tú me llamaste por última vez al teléfono fijo y hablaste durante una hora y yo comprendí que lo tuyo era mejor que cualquiera de mis propuestas. Nunca te lo dije, pero al mirarme al espejo, mi oreja derecha estaba roja, y ya no ha vuelto a estarlo.
Después ganamos la eurocopa y el mundial, y otra vez la eurocopa. Pero entonces eran otros tiempos: amarte como nunca, quedar jodido como siempre.
Y al volver a casa me llamaste porque era la única persona que no estaría viendo el fútbol.
Y tú necesitabas hablar con alguien.
Pensamientos como fósiles. Pensamientos como, por ejemplo, hoy no ha llovido y mañana tampoco lloverá porque todo tiende al desierto.
Los restos
del amor
también.
jdlc