Seattle
Himno generacional para los que nacimos en el 80 (enero, claro)
(boceto de la primera y segunda estrofa, 25 nov 2012, inacabado)
Las tres de la tarde
un domingo cualquiera del año 94
y el bonito cadáver de Kurt Cobain
silenciosa ceniza que devoran
metafóricamente los pequeños salmones
allá en América del Norte, cerca de Canadá,
del río Wishkah
que siempre está frío
y mañana
la fatídica fecha de entrega
los mapas del mundo en papel vegetal
octavo de educación general básica
casi el fin de la época conocida
el Tajo y el Duero, pero no el Wishkah,
las capitales del mundo, pero no Seattle,
Palestrina y Mozart, todo el barroco,
pero no el grunge,
mi madre que cocina salmones
y cuántos comería yo en los noventa
y cuántos sigo comiendo
Kurt Cobain convertido en plancton contemporáneo
cada giro de la rueda
un engranaje más del tiempo
que se acopla a la muerte por ejemplo
devorar metafóricamente la vida
y los tiros en la cabeza
que revientan mentes atemporales
sólo para hombres fuertes
que llenarán los libros de historia
pero el mundo
será engullido por un agujero negro
que, como dijiste,
se parecen a los bolsillos de una
mesa de billar.
Las tres de la tarde del año 94
veinte duros son todavía suficientes para otra
nueva partida de billar, las bolas
volverán al tapiz de color verde
y parece que cobran vida y son esferas
que entrechocan como en una conjunción planetaria
y suena en el hilo musical
Pisando fuerte
que no desapareció entonces
y que sigue sin querer desaparecer
y los veinte duros
y Kurt Cobain sobre el suelo
y cuántas canciones te habría cantando entonces
si yo te hubiera conocido
y cuántas partidas jugamos y jugamos
sin hablar más que del tiempo que no volverá
pero tú dices que aquello
del eterno retorno, de existir,
será para famosos y millonarios,
Walt Disney por ejemplo,
veinte duros nunca serán suficientes,
las tres de la tarde un domingo cualquiera
y ya comidos,
me lo dijiste, también, y a mí sin importarme
el universo un engranaje
de reloj
que espera por ejemplo
el esperado cambio de hora,
a las tres son las dos,
esa sensación de jet-lag de los pobres
esa sensación de volver
a vivir lo ya vivido,
el Jet-Lag, enfermedad contemporánea,
la consecuencia inmediata de la inercia
por llegar antes
que el tiempo a todos sitios,
¿acaso Cristóbal Colón
sufrió Jet-Lag
en las Américas?
¿acaso Kurt Cobain
sufrió Jet Lag
tras su muerte?
Cristobal Colón que les llevó el caballo
y cinco siglos después
Kurt Cobain nos lo devuelve
envuelto en el grunge
y todo eso
que
....
Las tres de la tarde del año 94
veinte duros son todavía suficientes para otra
nueva partida de billar, las bolas
volverán al tapiz de color verde
y parece que cobran vida y son esferas
que entrechocan como en una conjunción planetaria
y suena en el hilo musical
Pisando fuerte
que no desapareció entonces
y que sigue sin querer desaparecer
y los veinte duros
y Kurt Cobain sobre el suelo
y cuántas canciones te habría cantando entonces
si yo te hubiera conocido
y cuántas partidas jugamos y jugamos
sin hablar más que del tiempo que no volverá
pero tú dices que aquello
del eterno retorno, de existir,
será para famosos y millonarios,
Walt Disney por ejemplo,
veinte duros nunca serán suficientes,
las tres de la tarde un domingo cualquiera
y ya comidos,
me lo dijiste, también, y a mí sin importarme
el universo un engranaje
de reloj
que espera por ejemplo
el esperado cambio de hora,
a las tres son las dos,
esa sensación de jet-lag de los pobres
esa sensación de volver
a vivir lo ya vivido,
el Jet-Lag, enfermedad contemporánea,
la consecuencia inmediata de la inercia
por llegar antes
que el tiempo a todos sitios,
¿acaso Cristóbal Colón
sufrió Jet-Lag
en las Américas?
¿acaso Kurt Cobain
sufrió Jet Lag
tras su muerte?
Cristobal Colón que les llevó el caballo
y cinco siglos después
Kurt Cobain nos lo devuelve
envuelto en el grunge
y todo eso
que
....
jdlc