Viernes 13 noviembre
Entonces me gustaba citar alguno de mis intentos literarios. Decir, por ejemplo,
pero no sólo
los pobres de espíritu
Señor
también la niña de los fósforos(1)
Entonces me gustaba citarme en el centro de una conversación y dejar en suspenso un instante de vacío para luego retomar el hilo argumental en una especie de pirueta intelectual o existencial. Era la época de los mendigos, los paseos por las calles de Murcia y la luz amarilla de la noche racionada en farolas de bajo consumo. Entonces me dijiste que el mejor poeta, entre todos los auténticos poetas, era el Dylan de la segunda época y que, de haberlo sabido, habrías capturado para mí la emoción de tararear aquella extraña melodía por vez primera, como si aún estuviera por iniciar, como si aún no hubiera sido cantada.
Yo decía, Los poetas ahora son profesionales de la palabra, autómatas del diccionario, y me citaba otra vez en un salto intelectual o existencial, y te gustaba lo que a mí también me gustaba.
Entonces era la época de los mendigos. Yo te escribía Tiempos Modernos y tú lo tarareabas en el sofá. Yo te argumentaba que el mundo jugaba al escondite y tú mencionabas la delicadeza del soplador de vidrio.
jdlc, 16 noviembre 2014
(1) Tiempos Modernos (Iinicio poema XI). jdlc. Enero 2009.