La vida es ingrata. De 1784 a 1786, Wolfgang Amadeus Mozart ofreció al público vienés 11 grandes conciertos para piano. Es difícil imaginar cómo eran las academias (conciertos por suscripción) donde el músico salzburgés deleitaba a los presentes. Sin ellos saberlo, establecía para la historia las claves del género. En la actualidad, la mayoría de esos conciertos está considerado una obra maestra. Pero la vida es ingrata. Justo después llegó el silencio. El público prefería los fuegos de artificio de otros intérpretes. La técnica más efectista. El decorado de cartón piedra.
jdlc, 8 diciembre 2014
jdlc, 8 diciembre 2014
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