Te acordarás quizás de
los días que te contaba la historia de la canción Strawberry fields
forever. Tú estabas sentada en el coche, en esa parte que te
pertenecía, con esa mirada hipnótica de las noches donde el sueño
y las calles parecían confundirse. Quizás entonces debí cantarte
en inglés lo que ahora todavía no sé si comprendo, pero habría
sido una forma de enfrentarse a las imposibilidades, de buscar más
allá de aquello que podemos conseguir o asir con las manos, de
tocarte metafóricamente por primera vez. Quizás te habría dicho
que el amor no es el arte de quererse, más bien el arte del
impresionismo rebajado a la cotidianidad del vagabundo.
jdlc, 30 noviembre 2015
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