Aquella tarde en el salón de tu casa,
mientras preparabas el té a la manera de los suicidas,
la incertidumbre del tiempo
en forma de frases a medio decir,
la conversación que madre iniciaba
sobre el experimento del amor,
y la inercia de las pequeñas cosas
en un mundo que giraba indiferente
al envoltorio de pastas inglesas que trajiste
el verano que nos enamoramos
por última vez.
Y la luz de una vela que sigue tiritando de frío.
Y tu sonrisa de lo veinte años desaprovechada
en un mundo sin retorno.
jdlc
sábado, 31 de marzo de 2012
martes, 27 de marzo de 2012
4. Carta de ajuste
El perfil genético del televisor, ¿quién lo analizará?
Anoche emitieron el primer maratón solidario de realidad virtual tras una tarde de borrasca y mesa camilla. Los pobres circulaban cabizbajos tras la pantalla, algo parecido a una rueda de reconocimiento. Los pobres extendían la palma de su mano a través de la pantalla ultraplana.
Busqué los treinta céntimos en monedas de cobre entre las sobras de la compra del fin de semana.
Los dejé caer, los treinta céntimos, en una mano agrietada con restos de grasa en la punta de los dedos, una mano elegida al azar. No pude ver su cara.
Tras treinta minutos, el humo del café se arremolina en el centro de la estancia. La borrasca termina de recorrer la ciudad y la lluvia limpia las calles. El mundo vuelve a girar.
Ya no llueve como antes.
Alguien robó la estampita de la Virgen María que estaba sobre la repisa del televisor. Ahora podrá recitar la oración de los desamparados. "Que nos quedemos como estamos, Dios mío, ¡que nos quedemos como estamos!
jdlc
domingo, 25 de marzo de 2012
3. Primera vez
Nadie nos vio aquella noche fingir que orinábamos las macetas del vecino.
Creció un bonsái milimétrico. Lo llamaron el bonsái enano. Tú mencionaste el país de los tuertos y los ciegos y yo, si el enanismo se contagiara al reino vegetal el cuello de las jirafas se achataría para volver a recoger las hojas.
Miles de años después, en un proceso de reciclaje infinito, las jirafas se habrían extinguido, reconvertidas en cebras amarillas.
Los libros de historia natural lo contarían muy bien. Igual que lo nuestro.
jdlc
viernes, 23 de marzo de 2012
Tarde de domingo
Gaviotas en la tarde.
Gaviotas blancas
acunándose
en el aire de la tarde.
Y los niños
tropezando en la arena
de la playa.
jdlc
jueves, 22 de marzo de 2012
Es verdad. No he cambiado.
Nunca nos gustaron los cantautores, por aburridos y plastas, claro, y por el mensaje de profetas en posesión de la verdad absoluta.
Lo de Bob Dylan es un caso aparte porque se lo dejó al principio, muy al principio, y porque las canciones por encima de cinco minutos las cortábamos en el minuto cuatro, levantado la aguja del tocadiscos.
Pero hay un momento en que escribir kaikus es el eje principal de la existencia. Escribir, por ejemplo, "No es verdad, no he cambiado, en mis sueños siempre tienes veinte años", y saber que nunca podrás expresarlo mejor en tan pocas palabras.
Es verdad, no he cambiado.
Aunque tener siempre el mismo sueño, en una repetición que se asemeja a un eterno retorno minúsculo, es también aburrido y plasta, como los cantautores, a veces no existe la forma de remediarlo.
Llámalo, si quieres, enfermedad.
Estarás en mis sueños, estaré en tus sueños. Y volveré a repetirte el cuento de cada mañana porque, como dijiste, hace tiempo que ya no lo hago.
jdlc
Nota: Poema de Kirmen Uribe.
No es verdad. No he cambiado.
En mis sueños
siempre tienes veinte años.
Aunque tener siempre el mismo sueño, en una repetición que se asemeja a un eterno retorno minúsculo, es también aburrido y plasta, como los cantautores, a veces no existe la forma de remediarlo.
Llámalo, si quieres, enfermedad.
Estarás en mis sueños, estaré en tus sueños. Y volveré a repetirte el cuento de cada mañana porque, como dijiste, hace tiempo que ya no lo hago.
jdlc
Nota: Poema de Kirmen Uribe.
No es verdad. No he cambiado.
En mis sueños
siempre tienes veinte años.
2. Móvil
Edie Sedgwick
Era la primera vez que escuchaba tu voz en el teléfono móvil.
Tomabas un batido de té con hojas de poesía clásica, yo una
cerveza muy alemana de la época del otoño y tus manos parecían
interpretar el movimiento de una sonata mozartiana en el aire.
Conversábamos y mencionaste tu pareja o tu novio, no recuerdo, y
pensé que podía ser un intento por inculcar sentimientos recíprocos
en mi mente.
Apagamos el teléfono.
Hablar de esa forma era como el hilo palomar y los dos vasos de
danone con que confeccionábamos simulacros de teléfono en los años
del colegio. La voz se transmite como un funambulista en la cuerda
floja.
Era la primera vez que sospechaba la no existencia de una red de seguridad.
jdlc
1. Infancia Infinita
Es un hecho contrastado: la fuerza que acelera la expansión del
universo es la misma fuerza que expande el campo de fútbol en los
dibujos animados japoneses. Aunque fingen conocer los motivos, los
eminentes científicos están equivocados. Lo importante no es por qué se
alejan las galaxias, sino de qué se alejan, y cada vez más rápido.
Los
niños conocen la imposibilidad de un campo de fútbol con curvatura
terrestre en una isla alargada y abrupta, pero comprenden la necesidad:
el terreno de juego debe adaptarse a la visión panorámica de los ojos
orientales.
El problema son, siempre lo han sido, los
jueces de línea. ¿Cómo indicar con precisión milimétrica un fuera de
juego en un campo que se curva y se deforma por la fuerza intrínseca de
sus jugadores?
jdlc
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