Edie Sedgwick
Era la primera vez que escuchaba tu voz en el teléfono móvil.
Tomabas un batido de té con hojas de poesía clásica, yo una
cerveza muy alemana de la época del otoño y tus manos parecían
interpretar el movimiento de una sonata mozartiana en el aire.
Conversábamos y mencionaste tu pareja o tu novio, no recuerdo, y
pensé que podía ser un intento por inculcar sentimientos recíprocos
en mi mente.
Apagamos el teléfono.
Hablar de esa forma era como el hilo palomar y los dos vasos de
danone con que confeccionábamos simulacros de teléfono en los años
del colegio. La voz se transmite como un funambulista en la cuerda
floja.
Era la primera vez que sospechaba la no existencia de una red de seguridad.
jdlc
No hay comentarios:
Publicar un comentario