domingo, 5 de octubre de 2014

Mardou I


Mardou I

Y por qué no ir al cine, después de tantos años,
por qué no recurrir otra vez a los gestos mudos,
improvisar
                   caminos cogidos de las manos,
sin necesidad de lanzar migas de pan para la vuelta,
como dos amantes primerizos,
                                                como dos seres
extraños en un recorrido nostálgico. Y por qué no
compartir cigarros nocturnos bajo las estrellas
mientras enumeras tus innumerables compromisos
y tus sueños
                       neuróticos de estrella del cine o el Jazz.
No recuerdo.

Y después hablar bajo los diálogos acariciando
las frases de las películas francesas, muriendo
un poco a cada escena abandonada como mueren
los niños de la guerra, tristes y solitarios, aunque
nos seas Autrey ni yo Humphrey pero las luces cómplices
ayudando en los últimos segundos de esta aventura
improbable y tétrica y vagamente posible.

                Y por qué no ir al cine para ver una última
película de sueños compartidos. A pesar de las palabras
y la sensación trágica de fin del mundo.

jdlc (Visiones contemporáneas, septiembre 2007)

Nota:
Habíamos intentando leer Los Subterráneos de Kerouac, y siempre terminábamos por abandonar. En al menos dos ocasiones la lectura quedó interrumpida sin un motivo aparente. Hasta que finalmente leímos el libro de un tirón, en un estado febril de fin del mundo o de primer beso en la infancia. Una de las veces dejamos el libro cuando ella le dice, “Querido, tengo que decirte algo, y si te lo digo prométeme que igual vendrás conmigo al cine...” Ella se llamaba Mardou, pero nosotros jugábamos a imaginar que era otra persona, que podría ser yo o que podrías ser tú, o quizás nadie entre nosotros. Y tú seguiste un tiempo en ese estado febril de fin del mundo o de primer beso en la infancia. Y yo te prometí un tiempo que igual volveríamos al cine, pero que sería el cine, en todo caso, quien volvería a nosotros.(jdlc, octubre 2014)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario