sábado, 29 de octubre de 2016

Crónica 85

wikipedia
He decidido dejar atrás mi relación con la Maga. Ella deberá comprender mi silencio y tomará un camino. Volverá a llamar en unos días o semanas y entonces seguiré jugando con ella a los amantes incomprendidos. Pero tal vez no me vuelva a llamar y mi relación con la Maga habrá terminado irremediablemente. Es ella quien deberá decidirlo, quien deberá seguir el camino de baldosas amarillas o el camino equivocado del que hablaban los cero. ¿Cómo saberlo? Le dejaré uno de los libros de este verano. Es posible que sea mi último regalo material. Ya he puesto mi nombre y la fecha en la primera página de cada libro, pero así tendrá un libro mío y al mismo tiempo será suyo. Porque compré dos libros al principio del verano: La espuma de los días de Boris Vian y La vanidad de los Duluoz de Jack Kerouac. He leído todos los libros de Jack que han sido traducidos y en un poema escribí que no debería leer más libros de Jack. Pero aún no he leído este libro. Cuando quedo con la Maga acabo de terminar el libro de Vian, y me ha gustado y ha dejado una sensación extraña en mí. Quizás por lo extraño del propio libro, y por las sensaciones o situaciones extrañas que plantea o describe. Me ha gustado lo de la pianola (no recuerdo bien) que fabrica cócteles según la melodía que se interpreta en ella. Será este el libro que le regale a la Maga. Quizás el último libro que le regale a la Maga. Será el libro que tenga la Maga con mi nombre y la fecha en una de las primeras páginas. Ella podrá arrancar esa página o escribir encima cualquier otra cosa, pero mi nombre está ahí cuando quedo con ella y entonces le explico que ese libro era para mí y lo compré al empezar el verano junto con el libro de Kerouac y he pensado que podría ser para ella. No le menciono nada de que posiblemente sea una de las últimas veces que hablaremos porque he decidido no volver a quedar con la Maga. No de una forma consciente. Dejar la relación aquí o que el tiempo la retuerza según quiera o que ella decida qué debería ocurrir, pero el momento se quedará petrificado en ese instante, en la espuma de los días, en el libro de Boris Vian. 

jdlc, 29 octubre 2016

viernes, 21 de octubre de 2016

Crónica 84

La Academia de los Nobel no ha podido contactar con el premiado en la sección de literatura. Los hechos son sobradamente conocidos. El jueves 13 de octubre la Academia otorgó el premio a Bob Dylan “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción". Como ocurre todos los años, la noticia se difundió al instante en medios de comunicación y redes sociales. Esa noche Dylan actuó con su banda en Las Vegas.  Cuatro días después, la Academia anunció que desistía de intentar contactar con el premiado. Habían conseguido hablar con el agente del músico y con personas de su entorno, pero no con Bob Dylan. Ignoraron, quizás, que la Never Ending Tour funciona desde 1988 y que, como su propio nombre indica, no pude parar su inercia. Desde que se anunció el premio, Bob ha dado seis conciertos: Las Vegas (13), Indio (14), Phoenix (16), Alburquerque (18), El Paso(19) y Luboock (20). De haber estado pendientes o atentos, los académicos podrían haberlo intentado el sábado 15 o el lunes 17, ya que Bob estaría posiblemente descansando y mirando el tiempo pasar, o, como cantaba Calamaro, ensimismado sabiendo que Elvis está vivo. También podrían haber asistidido a uno de esos conciertos y comprobar qué es ahora Bob Dylan. En cierto modo, los Académicos podrían llegar a constatar o probar que, en realidad, Bob Dylan no existe. No, al menos, el Bob Dylan que ellos han premiado como renovador de la gran tradición americana de la canción. Alguien podría argumentar fácilmente que Bob no existe desde el momento que es un tal Robert Allen Zimerman, pero sería caer en lo obvio. En los debates iniciados en todos los medios sobre la controversia y donde algunos, para no herir sensibilidades, concluyen que la literatura no, pero sí la música de Bob, siempre se olvida a Hendrix: ante su incapacidad para cantar bien se veía reflejado o inspirado por Dylan. Ahora mismo no hay conciertos programados para diciembre y, tal vez, el músico pueda acudir a recoger el premio o, al menos, no pueda esgrimir compromisos de agenda para no hacerlo. Pensamos que a Bob Dylan todo esto le trae sin cuidado. No sabemos lo que pensará Robert Allen Zimmerman.

 jdlc, 21 octubre 2016

sábado, 15 de octubre de 2016

Crónica 83

Era el 9 de julio del año 2004. Unos meses antes nos habíamos enterado que la Never Ending Tour pasaba cerca de casa y compramos las entradas para el concierto. Habíamos leído en una biografía de Bob que la idea de esa gira interminable era que, tarde o temprano, Bob tocara cerca de tu casa. Y ese día Bob tocaba cerca de nuestra casa, tan cerca como unos ciento cincuenta kilómetros, en la ciudad de Benidorm. Recuerdo haber grabado un disco con todas las canciones posibles para escucharlo en el coche, sobre todo canciones de la trilogía rock de los años 65 y 66. Recuerdo haber aparcado justo encima de la plaza de toros y cambiarme los pantalones cortos por unos vaqueros y que nos bebiéramos una coca cola o una cerveza en unos pocos tragos ante la mirada atónita de los guardias de seguridad que impedían cualquier acceso. Y la cámara de fotos de carrete escondida como si fuera una reliquia milenaria. Bajar los escalones y entrar en el ruedo y colocarnos justo en el centro de la plaza sobre los cables de sonido que venían desde el escenario hasta la mesa de mezclas. Recuerdo estar sentado en la arena esperando y levantarme un rato para hablar con la Maga y que se me cayera en el trance el vaso de plástico que contenía la cerveza, pero no recuerdo nada de lo que hablamos y no estoy seguro que ella tampoco pudiera recordarlo. Me sorprendió que me gustara Amaral, subida en un taburete con un traje minúsculo y la guitarra y la voz que se elevaba bestial sobre la tarde que ya terminaba. Y entonces apareció la banda y se hizo la noche. Y entonces los tiempos cambiaron y todas esas canciones de la trilogía rock que habíamos escuchado envejecieron cientos de años y parecía una reunión de viejos amigos que se juntan para desentrañar los recuerdos. Me sorprendió que no hubiera nadie en el centro y que Bob tampoco mirara hacia el público, que estuviera en el lado derecho tras el piano o el órgano como de perfil, como vigilando a sus músicos o como tocando para ellos y entre ellos y el público hubiéramos venido a eso, a la música, no a los músicos. Y recuerdo salir como si fuera otra persona o como si hubiera asistido al nacimiento de la belleza, sabiendo que no podría comunicarlo, que cuando terminara por contarlo todo perdería su magia.

jdlc, 15 octubre 2016

domingo, 9 de octubre de 2016

Crónica 82


Pero entonces, al volver de Hamburgo, le pidió a la madre de Stu la bufanda de los años en la escuela de arte. Los hombre duros nunca caían en nostalgias ni en melancolías. Pero los hombres duros también tenían derecho a sentir que el mundo podía resquebrajarse y que no siempre los botines de cuero ni las guitarras eléctricas estarían ahí para sostenerlos. La bufanda que Stu, en los años de la escuela de arte, utilizaba para protegerse del invierno de Liverpool. Y volver a ella como forma de detener el tiempo o como forma de que el tiempo no modificara el recuerdo de Stu para dejarlo en una niebla de humo o en un sueño imposible.

jdlc, 9 octubre 2016

Crónica 81

jdlc

llegaron ellos
y se apropiaron
la vida invisible

jdlc, 9 octubre 2016


Crónica 80

jdlc

 
entre palabras
la tarde ha dejado el sueño arrinconado
para que la lluvia
y el otoño
jueguen a los desencuentros

pero será mañana me dices
y siempre pienso en los tejados
en el plano inclinado
y en el sueño de los primeros aviadores

la tarde ha dejado
un leve inicio de cereza
en el contorno de tus ojos

la mosca revolotea
sobre la mesa
                         apura
los restos de la cerveza

jdlc, 9 octubre 2016

domingo, 2 de octubre de 2016

Crónica 79


 
Taza de casa de Javi 
jdlc 
Pienso en los dibujos animados de entonces: la imposibilidad de que los niños de ahora puedan esperar uno o varios días hasta que la jugada en el centro del campo termine por concretarse. 
 jdlc, 2 octubre 2016
 
1.INFANCIA INFINITA
Es un hecho contrastado: la fuerza que acelera la expansión del universo es la misma fuerza que expande el campo de fútbol en los dibujos animados japoneses. Aunque fingen conocer los motivos, los eminentes científicos están equivocados. Lo importante no es por qué se alejan las galaxias, sino de qué se alejan, y cada vez más rápido.
Los niños conocen la imposibilidad de un campo de fútbol con curvatura terrestre en una isla alargada y abrupta, pero comprenden la necesidad: el terreno de juego debe adaptarse a la visión panorámica de los ojos orientales.
El problema son, siempre lo han sido, los jueces de línea. ¿Cómo indicar con precisión milimétrica un fuera de juego en un campo que se curva y se deforma por la fuerza intrínseca de sus jugadores?
jdlc. Vaguedades Existenciales. 2012.

Crónica 78

Y entonces, muchos años después, tal vez porque recuerdas su voz pronunciando la palabra belongs o porque tal vez recuerdas la traducción que aporta como sin darle importancia, la vida deja un rastro sobre las baldosas amarillas y rezamos para que los pájaros o el vagabundo no coman de las migas de pan. 

jdlc, 2 octubre 2016

POEMA A UN TEMA DE BOB DYLAN

Hay gotas de licor en tus ojos color cereza.
Hay gotas
                  de licor
en tus ojos color cereza.
Hay un diminuto vagabundo en tus ojos de cereza.

En la noche nos abrazamos como suicidas nostálgicos.
En la noche
                    nos abrazamos
como suicidas nostálgicos.
Y no es melancolía el nombre recurrente de tu cuerpo.

Palabras inofensivas que trazan caminos inversos.
Palabras
               inofensivas
que trazan caminos de inversos.
¿Dónde dejaste las faldas estudiantiles de cuadros?

Compraré medicamentos para digerir tus melodías.
Compraré
                 medicamentos
para digerir tus melodías.
Vendrá el Doctor Robert con el jarabe de los sueños.

Hay gotas de licor en el vaso que dejaste apresurada.
Hay gotas
                 de licor
en el vaso que dejaste apresurada.
Es hora de beber el último recuerdo que nos une.

jdlc. Visiones Contemporáneas.

sábado, 1 de octubre de 2016

Crónica 77


El Matadero, Madrid.
jdlc 
 
Recuerdo haber escuchado las canciones en la radio y sentir la emoción del directo y luego comprar el doble cd y quedar escuchando como si yo hubiera estado allí.
Quedar en las fotografías en blanco y negro y mirar las palabras en inglés y sentir una magia de misterio o de amor por el mundo o de poesía cotidiana que podría devolverte para siempre a mi lado.
Tu voz metálica como de cuento que pronunciaba belongs.
Tu ojos de los veinte años que me miraban petrificados por la electricidad cuando hablaba emocionado sobre las canciones de la primera parte y el acento en la voz nasal, después de haberte contado todo eso de Judas y el Play fucking loud, y luego la batería pero sobre todo el órgano que se arremolinaba entre los acordes de la canción y todo parecía perfecto o en armonía con el mundo.
Recuerdo tu voz metálica que pronunciaba la palabra belongs antes de trasladar su significado y que entonces el título de la primera canción She Belongs to me quedara totalmente clarificado y las palabras, esas palabras que parecían un lamento según me habías dicho y que yo te había argumentado que era la voz de un poeta que se enfrenta con el mundo de las emociones, esas palabras se quedaron entre tú y yo como en una cuerda floja metafórica o como la mujer que en Rayuela transportaba la bolsita de mate sobre un listón entre las ventanas de las casas.
Sentir que ella me pertenecía mientras el órgano perseguía los acordes y no terminaba de entrar en el momento adecuado, mientras la voz nasal de la parte acústica del directo parecía un lamento eterno que se repetía melancólico. 

jdlc, 1 octubre 2016