El Matadero, Madrid.
jdlc
Quedar en las fotografías en blanco y negro y mirar las palabras en
inglés y sentir una magia de misterio o de amor por el mundo o de
poesía cotidiana que podría devolverte para siempre a mi lado.
Tu voz metálica como de cuento que pronunciaba belongs.
Tu ojos de los veinte años que me
miraban petrificados por la electricidad cuando hablaba emocionado
sobre las canciones de la primera parte y el acento en la voz nasal,
después de haberte contado todo eso de Judas y
el Play fucking loud, y
luego la batería pero sobre todo el órgano que se arremolinaba
entre los acordes de la canción y todo parecía perfecto o en
armonía con el mundo.
Recuerdo tu voz metálica que
pronunciaba la palabra belongs antes
de trasladar su significado y que entonces el título de la primera
canción She Belongs to me quedara
totalmente clarificado y las palabras, esas palabras que parecían un
lamento según me habías dicho y que yo te había argumentado que
era la voz de un poeta que se enfrenta con el mundo de las emociones,
esas palabras se quedaron entre tú y yo como en una cuerda floja
metafórica o como la mujer que en Rayuela transportaba la bolsita de mate sobre un listón entre las ventanas de las casas.
Sentir que ella me pertenecía
mientras el órgano perseguía los acordes y no terminaba de entrar
en el momento adecuado, mientras la voz nasal de la parte acústica
del directo parecía un lamento eterno que se repetía melancólico.
jdlc, 1 octubre 2016
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