El
matemático inglés Charles Dodgson escribió los libros de Alicia
tal vez como un pasatiempo pero, en cualquier caso, como una forma de
atrapar el tiempo. Volvería a Delfos y el oráculo volvería a
fingir desconocer el destino de los hombres. Pero Alicía quedaría
intacta como una figura de cera pero sin las facciones apagadas o
como de hielo que no llegan a transmitir o comunicar emociones. La
misma tarde se repetiría en la misma tarde. Y Charles volvería a
los juegos infantiles, a los juegos prohibidos que rozaban lo
comprensible, a la sonrisa perfecta de los nueve años y no cambiar,
nunca cambiar.
jdlc, 27 julio 2015
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